<< | Índex | >> Blaverismo y MadridUno de los mitos del blaverismo es que ellos representan la auténtica valencianidad. Pero este mito es fácilmente desmontable, teniendo presente que en sus orígenes y su desarrollo ha estado siempre ligado, vinculado e incluso promovido desde Madrid. El nacionalismo español más radical, siempre ha tenido una animadversión mayor, entre todas las naciones ibéricas, hacia Cataluña. Y la idea de una posible confederación entre los territorios de habla catalana dentro del Estado español le ha gustado menos todavía. Tenemos una prueba de esto en lo que decían algunos ejemplares de la revista La Conquista del Estado en el año 1931. Este semanario fue dirigido por Ramiro Ledesma Ramos, y en él colaboraron Ernesto Giménez Caballero, Juan Aparicio y Teófilo Velasco, entre otros. Se editaron 23 números entre marzo y octubre de 1931. Fue una de las primeras publicaciones del naciente fascismo español en los años 30 del pasado siglo, y en sus páginas se formuló el ideario de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional- Sindicalista). Tenemos algunas citas muy ilustrativas de lo que estamos comentando, que recoge el libro La Pesta Blava de Vicent Bello [València. Ed. Tres i Quatre. 1988. 331 (81-92)]. La animadversión hacia el nacionalismo catalán está muy clara, sobre todo cuando se compara con el nacionalismo vasco: Por muy pocas ideas que se tengan acerca de las caracerísticas regionales de nuestro país, aparece de un modo diáfano que la unidad nacional peligra tan sólo en Cataluña, donde la opinión autonómica es un separatismo solapado que espera cobardemente su hora. El pueblo vasco es de una nobleza y una lealtad notorias que convierte su pleito regional en una reclamación inofensiva e ingenua. Establecida, pues, esta premisa, los autores de esta revista, pioneros del fascismo españolista, repetimos, expresan su pánico a que el nacionalismo catalán pueda llegar a algún tipo de entendimiento con sus homólogos del País Valenciano y las Islas Baleares: Ya se sabe que los separatistas introducen sus ideas en Valencia y Baleares, y pregonan que son las tres regiones las futuras integrantes de la nacionalidad catalana. ¿Se dejará arrebatar Españala idea imperial, integradora, que constituye su savia misma como pueblo? Lo que interesa sobre todo destacar es que los intereses separatistas de Cataluña se oponen a los intereses hispánicos, y que, bajo ningún concepto, puede España tolerar la fuga. Los separatistas catalanes sueñan con el Estado valenciano-catalano-balear y no se conformarán con menos. Ya hemos apuntado cómo en el origen del blaverismo en los años 70 del pasado siglo tuvieron posiblemente un papel importante los servicios secretos españoles. Pero es que destacadas personalidades madrileñas participaron en su nacimiento, como Gustavo Villapalos, ex-rector de la Universidad Complutense y amigo íntimo de Juan Ferrando Badía (quien en las primeras páginas de su libro Estudios de Ciencia Política le hace una encendida dedicatoria), de quien ya hemos hablado. No en vano, así mismo, Gustavo Villapalos fue académico de honor de la RACV, institución blavera de la que ya hemos hablado. Y hablando de esta institución blavera, no está de sobra recordar cómo fue la Casa Real española la que le otorgó en 1991 el título de "real", que antes no tenía. Esto demuestra claramente una cierta connivencia de la Casa Real española y de su entorno con el secesionismo lingüístico y con el blaverismo en general. También han sido históricamente amigos de los blaveros destacadas personalidades de la "intelectualidad" (claro que si dicen que catalán y valenciano son dos lenguas diferentes, habría que cuestionar qué clase de intelectuales son) madrileña como Ricardo de la Cierva (Ministro de Cultura con la UCD en 1980, coincidiendo con la plena efervescencia del fenómeno blavero, como hemos indicado). Este señor además participó con frecuencia en actos de los secesionistas lingüísticos valencianos y de los blaveros en general. Sin ir más lejos, en 2002 participó en un fantasmagórico "II Congreso Internacional de la Lengua Valenciana" celebrado ese año. O también Torcuato Luca de Tena [1]. Entre otras cosas, este señor afirmó en declaraciones en el diario "Baleares" en 1985 que «es falso que el balear o el valenciano procedan del catalán (...) Las manifestaciones culturales de los baleares y de los valencianos son muy anteriores a las de los catalanes». Desde diarios de la derecha madrileña como "ABC" (no en vano el citado Torcuato Luca de Tena fue director de este periódico) o "La Razón" se condesciendió siempre con las pretensiones blaveras en todos los sentidos. Y, en fin, recientemente tuvimos de nuevo personajes de esa pseudo-intelectualidad madrileña de derechas, como Fernando Sánchez Dragó, autodefinido hipócritamente "libertario de derechas", que parece ser amigo íntimo de Juan García Sentandreu, de quien ya hemos hablado [2]. O también César Vidal https://www.mail-archive.com/internauta@internauta.net/msg03596.html[3]. El mismo Juan García Sentandreu, pues, podemos decir que tiene vínculos muy estrechos con los sectores ultraconservadores madrileños. Otra prueba la tenemos en el trato laudatorio y propagandístico que el diario digital madrileño Minuto Digital le hace en esta entrevista. Cabe recordar que este diario digital, además de ultraconservador, fue (aproximadamente hasta 2019, cuando ocurrió su desaparición) furibundamente antinacionalista y, por extensión, antivalenciano. Fue además el propio Juan García Sentandreu quien presentó este diario digital en la ciudad de València. Asimismo, como demostramos en la sección de Blaverismo y PSOE, una parte al menos del PSOE madrileño, encabezado por Alfonso Guerra, ha condescendido desde siempre con el blaverismo, con la triple intención de debilitar el nacionalismo en el País Valenciano, de dividir a la derecha, y de desviar voto útil nacionalista hacia ellos. Disponemos, en fin, de dos documentos excepcionales, que demuestran muy claramente la connivencia de la derecha española con el anticatalanismo valenciano. Corresponden a dos artículos nada menos que del expresidente del Gobierno español con el PP, José María Aznar. Los hizo en 1979 en el diario "La Nueva Rioja". Muy curioso que sean de ese año, donde ya hemos dicho que hubo una máxima exaltación anticatalanista en la Comunidad Valenciana. No todo el contenido de los artículos está dedicado al anticatalanismo, pero unas referencias esporádicas (que metemos en negrita) demuestran claramente la connivencia de la que hablamos. En el primer artículo, con fecha de 9-5-1979, critica abiertamente el "pancatalanismo", y el hecho de que el entonces Presidente del Consejo Pre-Autonómico del País Valenciano decidiera aceptar la bandera cuatribarrada (con el escudo del consejo en medio) como bandera oficial. Y de paso, defiende la denominación del territorio que más le gustaba a la derecha blavera en esa época: la de "Reino de Valencia". Al mismo tiempo, da a entender que está en desacuerdo con la "catalanidad" del País Valenciano: Vientos que destruyenLo peor de todo no son las cosas que pasan. Ni siquiera son las cosas que van a pasar y que ya se las ve venir como irremediables. Lo peor de todo es que las recibimos como un suceso más de nuestra costumbre. Uno de los más feos síntomas de nuestra democracia es la capacidad de resignación y de fatalismo para aguantar la humillante dictadura de los hechos. Nadie reacciona, nadie quiere caer en la trampa de tomar una medida, de cumplir un deber preciso, de buscar una solución a un problema. Esto que antecede lo escribía Jaime Campmany el pasado 28 de abril. No es para menos. Los últimos días nos han vuelto a traer nuestro correspondiente cupo de muertos y heridos en Madrid, Oñate, Durango y Barcelona. Han estallado bombas en Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia. El día 20 una "pacífica" manifestación ecologista terminaba con barricadas, incendios y heridos. Graves incidentes ocurrían el domingo en Villalar de los Comuneros, con motivo de la celebración del día de Castilla-León. Un eminente jurista, D. Antonio Pedrol Rius pedía la revisión de las disposiciones legales sobre la legitima defensa habida cuenta del estado de inseguridad e indefensión en el que viven muchos ciudadanos. Una generalizada sensación de temor existe no sólo en las grandes capitales, sino en muchas otras poblaciones españolas. Piquetes violentos impiden el ejercicio del derecho al trabajo e imponen su ley allí donde se produce una huelga. Este es el balance de cuatro meses: 48 muertos, 130 heridos, 52 atentados, 10 bombas desactivadas, 50 explosiones, 15 ametrallamiento. Pero nadie reacciona. Aquí ya se sabe que no pasa nada. Lo que se cuentaPor desgracia tampoco son apacibles los vientos que soplan por las tierras de España. El Ayuntamiento de Zumárraga decide someter a referéndum la construcción de un nuevo cuartel de la Guardia Civil. El del Zarauz acusa en nota pública de violencia a la policía. El socialista navarro Sr. Arbeloa niega cualquier oposición suya a la integración de Navarra en Euskadi y fundamenta su postura, entre otras cosas, en la catalanidad de las provincias valencianas. Son sólo anécdotas de la gran tragedia vasca. Pero para los miles de españoles del País Vasco ya no hay ni esperanza, ni aliento. Un triste y fatal velo de indiferencia es todo cuanto reciben. El Consell del País Valenciano -con exclusiva asistencia de socialistas y comunistas- decide en un alarde de pancatalanismo que la bandera valenciana sea la misma que la de Cataluña. Como si el Reino de Valencia no hubiera existido jamás. Para no ser menos, el Partido Comunista de Canarias se manifiesta en favor de la independencia de las islas y anuncia que, llegado el momento tomaría las armas para conseguirla si ello fuera preciso. El presidente de la Generalidad de Cataluña, José Tarradellas, manifiesta con elogiable prudencia y notorio patriotismo, que mientras él sea presidente no se repetirá un 5 de octubre de 1.934. Pero la citada advertencia indica que hay fuerzas, y no menguadas, que quisieran repetir aquella "hazaña". Una auténtica marea de reivindicaciones regionalistas nos acosan sin que sepamos a ciencia cierta cuales serán los limites que hayan de ponerse a las mismas. No hemos hecho más que empezarPero tampoco basta. Vientos de revancha son los que parecen traer algunos de los ayuntamientos recientemente constituidos. El de Guernica aprueba por unanimidad retirar la medalla de la villa, así como todos los honores concedidos al anterior Jefe del Estado -que aunque moleste a muchos gobernó durante 40 años y se llamaba Francisco Franco. Como aún les parecía poco deciden asimismo exigir responsabilidades al Gobierno alemán por el bombardeo de la ciudad ocurrido en 1.937. Hace 42 años. Por el contrario no especifican a cual de las dos Alemanias exigen las citadas responsabilidades, porque es bien sabido que por aquel entonces no había más que una. En Coslada (Madrid) las calles dedicadas a Franco y José Antonio lo estarán a partir de ahora a la Constitución. En Valencia la Plaza del Caudillo pasará a llamarse del "País Valenciá". Y no hemos hecho mas que comenzar. Parece que pueden pasar los años, pero que las costumbres no varían. En vez de dedicarse a la mejora de sus Municipios, se dedican a borrar la Historia. ¿Para qué hacer nuevas calles y plazas? Se les cambia de nombre y como si fueran nuevas, y en las próximas elecciones, a repetir. Cargos a go-go.Pero aún hay más. En plena crisis económica nos encontramos con el delirio "carguista". Se crean nuevos Ministerios; más Secretarías de Estado, cada personaje destacado tiene ya su adjunto. Y todos con sus correspondientes equipos. ¿Y quién paga todo esto? Cargos públicos que anteriormente no gozaban de remuneración lo son ahora y muy sustancialmente por cierto. Los consejeros de cualquier ente autonómico o pre-autonómico, ya sea provisional o definitivo, se señalan cuantiosos sueldos como primera medida. Y todos con sus correspondientes equipos. Como buenos españoles deben pensar que la crisis económica es para los demás. Aquí no pasa nada. Dígase que bueno, que muy bien, que a pesar de todo seguimos caminando, pero ¿a dónde vamos? Dígase que todo son males menores de una difícil transición, y será cierto. Pero, ¿es que vamos a tener la transición de los mil años? No parece sino que mientras unos se empeñan en hacer antifranquismo, los otros esconden sus cabezas, no vaya a ser que le retiren sus carnets de credibilidad democrática. ¿Qué tiene que ver todo esto con la democracia? ¿Qué tiene que ver, y esto es gravísimo, el Parlamento con la calle? ¿Quién toma medidas? ¿Quién busca soluciones? ¿Quién hace cumplir la ley? Somos muchos los que deseamos vivir en una España libre, con una convivencia cívica y ordenada, pero tengo para mí que las puertas de la esperanza se van cerrando con implacable tenacidad. Sobre una marea de violencia e inseguridad, no se puede construir nada que sea medianamente duradero y estable. España se merece algo mejor, y no es callando la realidad como a ello se contribuye. Hoy son los vientos que destruyen los que nos acosan. Ojalá que muy pronto comiencen a arreciar los vientos que prometen. En el siguiente artículo (con fecha de 30-5-1979), arremete contra el "expansionismo catalán" en el País Valenciano, y protesta porque la bandera oficial del Consejo Pre-Autonómico del País Valenciano era la cuatribarrada: Unidad y grandezaEn un acto público celebrado con ocasión de las elecciones para el Parlamento Europeo, el Presidente de la República Francesa, Valery Giscard, ha afirmado que únicamente fortaleciendo su unidad puede Francia alcanzar la grandeza. Asimismo, otra información proveniente del vecino país se hacía eco del acuerdo existente entre las principales fuerzas políticas sobre la no-potenciación de los entes y poderes regionales. Con toda intención he dejado pasar algunos días para observar si alguien comentaba con la debida profundidad las mencionadas informaciones. Vana espera. Por lo que parece, el que el Presidente de una nación que aspira, no sin fundados motivos, a convertirse en cabeza política de Europa, haga un canto a la unidad de su Patria no merece mayores comentarios. Como es lógico, puesta la atención en España, se me ocurre pensar que los cantos a nuestra unidad nacional se nos van haciendo difíciles de entonar. Bien sé que no faltará quien piense que los problemas regionales de Francia y España son muy distintos. Quizá tengan razón. Personalmente opino que tales diferencias vienen determinadas más en razón a distintos tratamientos políticos que a estos problemas se les ha dado a lo largo de la Historia, que a sustanciales razones de orden racial, lingüístico, cultural o histórica. En todo caso, lo que sí es importante subrayar, aquí y ahora, es que mientras los franceses gozan de una política regional y nacional fundamentada en la unidad, los españoles carecemos de ella. Francia sabe lo que quiere y obra en consecuencia sin vacilaciones. ¿Sabemos los españoles lo que deseamos para nuestro inmediato futuro? ¿Tenemos alguna idea sobre cuál debe ser nuestro próximo camino histórico? ¿Lo sabe alguien? Humildemente confieso mi desconcierto. Incertidumbre ante las autonomías.Tenemos los españoles ante nuestros ojos un tema de una gravísima magnitud: el de las llamadas autonomías. Aquí las responsabilidades se miden a través de quinientos años de historia común y unidad nacional. Faltan muy pocos días para que se comiencen a discutir en el Parlamento los estatutos para las Vascongadas y Cataluña (no quiero ni imaginar que puedan ser ciertos los rumores sobre la existencia de un documento que garantiza la independencia del País Vasco). Sin ningún género de duda el tema vasco es el más acuciante. No creo necesario hacer demasiado hincapié en la tragedia que está viviendo el País Vasco. Basta para ello leer las noticias de cualquier día. Pero sí hay que manifestar, y bien claro, el desasosiego, la incertidumbre y la desesperanza, que produce observar la ausencia de una política clara y definida, de altos vuelos nacionales, en el tratamiento de estos problemas. Dejarse bandear por las circunstancias de cada momento es como hacer seguras oposiciones al desastre. En muy pocos meses hemos superado descentralizaciones, autonomías, autogobiemos, para terminar hablando de autodeterminación y de independencia. ¿Cuáles son los criterios que se van a seguir para abordar estos problemas? ¿Será una Constitución que reconoce, ampara y fomenta las nacionalidades cauce suficiente para solucionar los mismos? ¿Acaso no hemos sido desbordados ya por el problema vasco? Durante estos años en el País Vasco se ha hecho una política mezquina, interesada, cuidadosa del voto y de la imagen. De política nacional nada. No solamente ha crecido el separatismo vascongado, sino que en muchas otras regiones ha surgido una prevención, tanto más lamentable, hacia todo lo vasco. Hacia todo lo vasco y no hacia los terroristas exclusivamente, que quede claro. Y nada se ha hecho por impedirlo. Araquistain : "prudencia, prudencia".Al comienzo de la década de los cuarenta, una de las personalidades más significativas del socialismo español de entonces Luis de Araquistain escribía: "El juego imprudente a las nacionalidades es siempre peligroso en un país como España, perennemente socavado por la anarquía racial, y pudiera muy bien conducirnos a otra atomización cantonalista como la de 1873". Ocioso será añadir que en aquellos tiempos no habla abertzales ni terroristas, ni tampoco existía el problema canario ni el andaluz, ni se quemaban banderas de España en Villalar. Con esto tampoco se pretende esquivar la errónea política regional de los últimos lustros. Pero ni el centralismo, sobre el que habría mucho que hablar, lo inventó Franco, ni el nacionalismo lo han creado ahora los señores Bandrés, Garaicoechea o Sagaseta. En todo caso, si la herencia no fue buena, su administración no ha sido mejor. Lo que pretendo decir es que todas las medidas de prudencia son pocas en estos temas. En lugar de concebir un plan serio y responsable de organización territorial de España, se ha montado una charlotada intolerable que ofende el buen sentido. Se han fomentado nacionalismos de tres al cuarto en regiones donde jamás había existido la más mínima pretensión autonomista. Se vuelve a hablar de Iberia, de las nacionalidades ibéricas, de la solidaridad entre los pueblos y nacionalidades que integran el Estado Español. ¿Pero qué es esto? Todo suena demasiado triste y demasiado cercano. Anteproyecto de Irujo del País Vasco: "Ahí queda eso... ".Nuestra historia está plagada de estos conflictos: la más reciente y la remota. En 1.945 se publicaba un proyecto de Constitución para el País Vasco, obra de don Manuel de Irujo, que en el artículo quinto decía: " El territorio vasco es integrante del histórico reino de Navarra, dividido en las regiones de Navarra, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Rioja, Mocayo y Alto Aragón". ¡Ahí queda eso! Que se sepa, el PNV -al que pertenece todavía el Sr. Irujo- no ha desautorizado y menos aún renunciado a tales planes, ni el citado Irujo se ha quedado sólo en su defensa. En el Parlamento tenemos independentistas vascos y también canarios, no se olvide. Para D. Manuel Azaña los catalanes soñaban con el programa de Jaime el Conquistador. Es decir, con su parte proporcional de Aragón, con el Reino de Valencia y con las Baleares. De momento en el "País Valenciá" ya tienen la bandera de Cataluña y por lo demás sólo añadiré que la rehabilitación de la memoria del Sr. Companys, de gloriosa historia es ya un hecho. El día 29 de julio de 1.937 don Juan Negrín, a la sazón Presidente del Gobierno de la República, decía a don Manuel Azaña: "Yo no he sido nunca lo que llaman españolista ni patriotero. Pero ante estas cosas me indigno. Y si esas gentes van a descuartizar España prefiero a Franco. Estos hombres son inaguantables. Acabarían por dar la razón a Franco. Y mientras, venga pedir dinero y más dinero". ( Ob. Comp. M. Azaña. Tomo IV, pág. 701). Yo no sé quien tenga la razón, pero de lo que estoy seguro es de que como no nos andemos con mucho tiento se nos pueden resquebrajar los cimientos de nuestra unidad. Dejemos la transición en paz.¿Es imposible, entonces, dar una solución más o menos estable a estos problemas? Evidentemente, no. Lo que se requiere es una política clara, decidida, valiente y con miras nacionales. Con obtusidades, disputas de partido o metas simplemente electoralistas, no se va a ninguna parte. Está demostrado que perder la mano en estos temas significa perder la partida. ¿De qué vale hablar de autonomía si lo que se fomenta es separatismo con guerra revolucionara incluida? Si se quiere hacer de España un Estado regional, me parece muy bien; pero hágase con seriedad y no se toleren actitudes y modos que no son de recibo en ningún país del mundo. No se busque continuamente en la transición la coartada perfecta para justificar tanto desaguisado. Por muy dificultoso que pueda ser el tránsito de un régimen político a otro, no es condición suficiente en sí mismo para engendrar estos problemas. Por culpa de la transición ni se mata ni se muere, y la lista es ya interminable. Dejemos a la transición tranquila y no se busquen coartadas donde no las hay. La ley, como la verdad es la ley la tenga que hacer cumplir "Agamenón o su porquero". No olvidemos, entonces, que la ley de la grandeza de España también pasa por su unidad. En fin, estas cortas referencias nos permeten ver muy claramente lo que queremos subrayar: Que el anticatalanismo valenciano es algo visto con satisfacción, cuando no fomentado y apoyado por la derecha española en general y por parte de la intelectualidad madrileña en concreto. |